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Última noticia de un naufrago al mar (teoría de su propia muerte)

La historia que continua al encabezado de la semana pasada, en la que se publicaron las cartas de amores, los saludos y todas felicitaciones que llevaba el barco que naufrago a punto de llegar al puerto de Barcelona.

Pese a las criticas recibidas a la editorial, y los que tomamos la decisión de hacer publicas las ultimas notas de toda esa gente que vivió su final en el mar. Hoy nos tomamos la confianza de transmitir un resumen, del diario de un recluta.

Estos apuntes, que se escribieron en forma de noticia, se encontraron entre los restos de lo que parecía un absurdo diario de lo podía ser un marino perteneciente a la tripulación, ya que se reflejaba la vida entera de un hombre que dedico su vida al mar.

Era curioso hojear el libro como las olas de un mar, parecían que los días eran los mismo, hasta el día del incidente; un lunes que se despertó el mar con la intención de tragarse el barco y llevarlo al fondo de si mismo, en ese momento el dueño del diario escribió algo que difícilmente tendremos la oportunidad de confirmar, pero comprobó de que aún en el mar, la muerte corresponde de a una para cada persona y no más, tampoco menos…

Walking Around (pablito neruda)

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
Navegando en un agua de origen y ceniza.
El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.
Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería belloir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío
No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos
ateridos, muriéndome de pena.
Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.
Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.
Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejosque debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.